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IX

En el murmullo de fantasmas de la siesta,

Breve sueño,

Me llega ahora un lejano redoble de tambores.

¡Guerra abierta!

En el frente, una bala me siega la pierna.

Es en el treinta y ocho,

Pero no siento el dolor que siento ahora.

Ni me siento morir como hoy lo siento.

Hoy no escucho esa orquesta espeluznante

De metralla caliente y grito joven,

Aquí, en esta residencia.

Pero me siento morir.

Porque morir,

Es dejar de sentirse imprescindible.