VIII
En el tren no hay sitio para las palabras.
El tren es de ruido callado, manso, somnoliento.
El tren busca.
Los ojos ya no ven, porque son viejos,
Y por eso, miran dentro.
Y dentro van y vienen las sonrisas, los guiños y los miedos.
Viajar sin ser es ser de nuevo.
El tren no se detiene, pero lo para la incertidumbre:
Estorbaré.
Pero el tren sigue y las horas también.
Hoy veré a los que quiero y estaré vivo unas horas.
Las horas del tren se sufren y se añoran.
La distancia se alarga siempre en una dirección.
Pero el tren se sabe cuando no llega.
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